El peligro no es la IA. Es cierto tipo de humanos con IA.
Los modelos de lenguaje son como ciertos políticos: prefieren inventarse algo antes que decir “no lo sé”. Pero, ¿sabes qué? Lo grave no es que mientan, sino que nos encanta creerles cuando dicen justo lo que ya pensábamos.
IA + liderazgo sin pensamiento crítico = cóctel molotov
Abres una app “inteligente”, le das tus datos y, de pronto, te dice cuántas calorías puedes comer, qué estrategia deberías seguir o cómo rediseñar tu organización. Lo dice con una seguridad que ya la quisieran muchos cargos públicos y muchos CEO's de empresas y organizaciones.
¿Cuál es el problema?
Si le preguntas a tres IA distintas, obtienes tres verdades absolutas (pista: incompatibles entre sí).
No es que “alucinen”. Es que están diseñadas para sonar convincentes, no para tener razón.
Son expertos en bullshit creíble: como un consultor que nunca ha pisado tu organización, pero te habla de marcos de trabajo perfectos para ti con una sonrisa en la cara.
La única defensa real no es “usar mejor la IA”. Es pensar mejor mientras la usamos.
El superpoder humano que la IA no tiene: decir “no lo sé”
En un mundo donde todo el mundo opina de todo, decir “no lo sé” es casi un acto revolucionario.
Los Large Lenguaje Models (LLM) -sistemas avanzados de Inteligencia Artificial (IA) entrenados con enormes cantidades de texto para entender, procesar y generar lenguaje humano de forma coherente- no dicen “no lo sé”.
Las personas auténticas, sí.
Cuando un líder responde “no lo sé, vamos a investigar" está haciendo algo que ningún modelo puede simular de verdad: está aceptando que hay factores que escapan de su control, que no tiene un "conocimiento absoluto" y que prefiere asumirlo para poder obtener una respuesta veraz y fundamentada.
En la era de la IA, la habilidad no es tener respuestas rápidas, sino estar abierta a preguntas incómodas sin taparlas con respuestas falsas generadas en segundos.
Seis formas de usar la IA sin perder el cerebro (ni la dignidad)
Piensa en la IA como consultores sospechosos: útiles, sí; fiables, nunca.
Aquí van seis técnicas para escépticos:
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El escéptico secuencial
Usa una IA para ordenar ideas, otra para refinar estilo, otra para criticar el resultado.
No confías en ninguna, pero aprovechas la fricción entre ellas. -
El escéptico paralelo
Lanzas la misma pregunta a varias IA a la vez.
Si no coinciden, asumes que la verdad NO está en la pantalla, sino en tu criterio entre medio. -
El escéptico iterativo
Las enfrentas entre sí:
“Claude dice que esto está mal, ¿qué opinas tú, ChatGPT?”.
Las haces discutir mientras tú observas. No hay egos heridos, pero sí muchas máscaras que caen. -
El escéptico adversarial
Pides a una sola IA que ataque sus propias respuestas:
“Dame los contraargumentos”, “¿qué podría estar mal aquí?”.
Si la respuesta sigue sonando perfecta, sospecha el doble. -
El escéptico contextual
Cambias el marco:
“Respóndeme como si esto fuera para una persona escéptica / para un activista / para una junta directiva hostil”.
Cuando el tono cambia pero el contenido se tambalea, ves dónde estaban los sesgos. -
El escéptico verificador
Pides fuentes, compruebas datos fuera de la IA y contrastas lo importante con conocimiento independiente.
Sin contraste externo, no hay verdad: solo una narrativa bonita.
Algo que la IA nunca debe robarte
La IA puede ayudarte a pensar más rápido, pero solo tú puedes decidir pensar mejor.
No confíes en los políticos. No confíes en los LLM. Ni siquiera confíes en este post.
Cuestiónalo todo.
Usa tu cerebro.
A menudo.
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Este texto se inspira en el artículo original “How to Use AI with Critical Thinking… Six Techniques for Sceptics”, creado por Jurgen Appelo.
La adaptación traslada su enfoque irónico, crítico y lúcido al mundo de las organizaciones sociales, las cooperativas y el liderazgo consciente, manteniendo el espíritu central de su mensaje:
Cuestiona más, confía menos y piensa siempre.
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