#54 Las compras de última hora y otras decisiones que nos definen


Cada elección que hacemos es una oportunidad para practicar nuestros valores.

Bell Hooks


Diciembre llega todos los años con la misma escena: listas interminables, prisas, pestañas abiertas en el navegador y esa sensación constante de “por si acaso”. Compramos más, más rápido y muchas veces sin preguntarnos demasiado por qué, para qué o a quién estamos eligiendo.

No siempre es consumo inconsciente por falta de valores. A veces es cansancio. O miedo a no llegar. O esa voz interior que dice “mejor esto que quedarme corta”, aunque sepamos que quizá no lo necesitamos tanto.

Curiosamente, algo muy parecido ocurre en muchas organizaciones.

Las "últimas compras del año" en las organizaciones


Cuando se acerca el 31 de diciembre, aparecen las prisas colectivas: cerrar presupuestos, planificar el año siguiente, gastar créditos formativos que no queremos perder o darnos un “autorregalo” como equipo después de un año intenso. En ese momento, empezamos a decidir desde la urgencia:

— “Necesitamos esto ya.”

— “Es lo que siempre se ha hecho.”

— “No hay tiempo para pensar otra opción.”

Y, como ocurre con las compras navideñas impulsivas, después llegan las dudas:

¿Esto realmente nos representa?

¿Está alineado con nuestros valores?

¿Nos ayuda a largo plazo o solo tapa una necesidad inmediata?

Elegir también es una decisión organizativa

 

Cada vez que elegimos a quién compramos, a quién contratamos o con quién colaboramos, estamos reforzando una forma de hacer mundo. Incluso cuando creemos que solo estamos “resolviendo una necesidad técnica”.

Optar por servicios éticos, cooperativos o alineados con el propósito no es una utopía Es una decisión en el mejor sentido de la palabra: una forma de ser coherentes con lo que decimos y con cómo actuamos.

Porque cómo hacemos las cosas importa tanto como lo que hacemos.

Del consumo automático a la elección consciente


Así como en casa podemos preguntarnos si necesitamos ese regalo de más o si podemos elegir algo con mayor valor emocional, en tu organización también puedes detenerte y revisar:

  • ¿Sabes exactamente qué prácticas sostienes con cada proveedor que eliges o prefieres no mirarlo demasiado de cerca?
  • Cuando contratas un servicio, ¿te importa quién gana y quién pierde con esa decisión?
  • ¿A quién le estás dando poder cada vez que firmas un contrato?
  • Si otra organización hiciera lo mismo que tú haces al comprar, ¿el mundo sería un lugar más justo o más desigual?
  • ¿Qué impacto tendría vuestra credibilidad si alguien analizara públicamente a quién compráis y por qué?
  • ¿Este servicio cuida a las personas que lo prestan?
  • ¿Comparte valores con nuestra organización? 
  •  ¿Vuestro modelo económico refuerza el sistema que decís querer transformar?

A veces, se trata de cuestionarnos y darnos el permiso de parar. Esta Navidad empieza un nuevo entrenamiento: pasar del impulso a la elección.

No para hacerlo perfecto, sino para hacerlo consciente.

Porque cuando compramos —en casa o en la organización— desde la coherencia, dejamos de reaccionar y empezamos a construir. Y eso, incluso en diciembre, se nota.

Compartir

Consorcio Andaluz de Impulso Social, Pilar Lopez 16 de diciembre de 2025
Compartir
Categorías
#53 Cómo usar la IA sin perder el criterio