El conflicto es una gran oportunidad para crear comunidad
En el artículo, "Cooperar o morir", planteábamos que "a veces tu 'éxito evolutivo' depende de a quién te unes, no de a quién vences". De esta forma, podríamos decir que los conflictos no son un fallo del sistema, sino parte del proceso evolutivo del mismo. Desde la mirada de Arnold Mindell, los conflictos representan tensiones evolutivas que una organización necesita atravesar para crecer, madurar o adaptarse. Y, para hacerlo, es clave cambiar la forma en la que los entendemos y abordamos. Parafraseándolo, podríamos decir que a veces tu éxito evolutivo depende de abordar adecuadamente los conflictos que te surjan. En efecto, los conflictos pueden concebirse como tensiones evolutivas que un equipo, organización o persona necesita atravesar para seguir desarrollándose, como una llamada a atender aquello que necesitamos integrar o ante lo que poner límites más rotundos de los actuales.
Una herramienta central en el Trabajo de Procesos es la democracia profunda, un enfoque que nos invita a escuchar no solo a las voces más visibles o con mayor poder dentro de un grupo, sino también a aquellas que se expresan desde los márgenes que incomodan o solemos silenciar (tanto a nivel colectivo como personal). Este principio sugiere que cada perspectiva, incluso la más difícil, contiene una parte necesaria del todo y que el conflicto puede ser la vía para integrar esa sabiduría latente.
¿Y cómo podemos aplicar este enfoque en nuestros equipos y organizaciones?
🔹 Escucha lo que no suele decirse en voz alta: Observa las emociones, los silencios, las tensiones corporales, las "bromas" o los comentarios al margen. A menudo, ahí se esconden mensajes importantes del sistema que aún no se han podido expresar de forma directa.
🔹 Identifica las partes marginalizadas del equipo: ¿Qué actitudes, estilos de comunicación o posturas suelen etiquetarse como "problemáticas" o se intentan evitar? Mindell sugiere que integrar estas partes (sin idealizarlas, pero sí dándoles un espacio para ser entendidas) ayuda al grupo a desarrollar mayor inteligencia colectiva.
🔹 Trabaja los roles fluidos: En los conflictos, solemos fijar a las personas en roles rígidos (el que siempre se queja, la que siempre cede, el que impone…). La democracia profunda propone reconocer que cada persona puede encarnar distintos roles en distintos momentos, y que permitir esa movilidad ayuda a desactivar dinámicas estancadas.
🔹 Fomenta la expresión simbólica y emocional: No todo tiene que resolverse desde la lógica. El arte, los gestos, el humor o la metáfora pueden ser canales muy potentes para que emerjan mensajes que no se expresan fácilmente con palabras.
🔹 Reconoce que el conflicto es un proceso, no un evento: Y como tal, requiere tiempo, atención y espacio para que todas las voces puedan desplegarse. No se trata solo de resolver rápido, sino de permitir que el sistema se escuche y se regule de forma más consciente.
Integrar esta mirada implica pasar de ver el conflicto como algo a evitar o controlar, a entenderlo como un movimiento natural que, si se acompaña bien, nos muestra qué partes del sistema necesitan ser reconocidas, escuchadas o reequilibradas. Al fin y al cabo, los síntomas, las tensiones y los conflictos son mensajes del proceso más profundo de nuestra vida.